Cuando nos hackean un dispositivo electrónico, todos tenemos en mente la imagen típica: un delincuente que quiere infectar nuestro ordenador o móvil para robarnos datos, documentación o incluso dinero. Se trata, en definitiva, de usar la vulneración para sacar un beneficio directo.
Sin embargo, este tipo de prácticas van evolucionando y, a día de hoy, todos estamos expuestos a que nuestra ciberseguridad o la de nuestra empresa se vea trastocada por parte de alguien que, de un modo u otro, quiere que ‘trabajemos para él’. Y ese es precisamente el caso del cryptojacking.
¿Qué es el cryptojacking?
El cryptojacking, grosso modo, es la vulneración de nuestro ordenador o smartphone no necesariamente para robar nuestros datos, sino para que los amigos de lo ajeno puedan minar criptomonedas sin invertir sus propios recursos, sino los nuestros.
Y es que minar en busca de criptomonedas es una tarea cada vez más compleja y que consume más recursos, tanto energéticos como computacionales. Y en ese contexto, los hackers han encontrado la forma de hacerlo más fácil: entrando en ordenadores ajenos y haciendo que sean esos los equipos que rastreen la Red, consumiendo sus propios recursos, para minar criptomonedas.