La jornada tradicional de trabajo de 9 a 6 está desapareciendo a medida que las empresas se globalizan. En la actualidad es raro que una empresa cierre a las 6:30 y los empleados se olviden de los emails, las llamadas e incluso de sus ideas, porque siguen estando en horario de trabajo en algún otro país.
El aumento de los equipos que abarcan zonas horarias internacionales hace que hayamos desarrollado una forma de trabajo “siempre on”. El peligro para las empresas es que los equipos entiendan estar «siempre on» en el sentido de que cada individuo tiene que estar disponible en cualquier momento y en cualquier lugar.
El beneficio de tener un equipo internacional es que siempre hay alguien, en algún lugar, que está dentro de su jornada laboral. Se trata de aprovechar el poder colectivo del equipo, evitando sobrecargar de trabajo al individuo.
Las organizaciones deben formar equipos que «sigan al sol”, con miembros repartidos en distintas zonas horarias. Esto les permite aprovechar la inteligencia colectiva y asegurarse de que alguien del equipo siempre está avanzando con los proyectos, sin recaer todo el peso en un único empleado. Es el futuro del trabajo y hoy en día ya es posible.