La era digital ha permitido que compartir archivos, almacenarlos o simplemente acceder a ellos, se haya convertido en una acción completamente rutinaria, tanto que la mayoría de las veces olvidamos que tenemos información personal o confidencial almacenada en servidores o en la nube.
Somos lo suficientemente confiados como para creer que estos medios de almacenamiento son tan seguros como para mantener a salvo todos nuestros datos, pero… ¿realmente lo son?.
Lo cierto es que gran parte de los usuarios no tienen por costumbre pensar en el factor seguridad; el desconocimiento en este tema puede ser fuente de riesgos tanto en su entorno personal como laboral.
Mientras tanto, algunos delincuentes están dedicados exclusivamente a buscar las vulnerabilidades de los sistemas e idear métodos fraudulentos para apoderarse de los datos guardados y buscar a través de ellos algún tipo de beneficio económico.
En los últimos meses ha dado pintorescos titulares el robo al Banco Central de Bangladesh, una operación que gracias a una errata de los “hackers” se detectó y se pudo detener cuando ya habían sustraído casi cien millones de euros.